
Le quedan muy pocos días al 2017. Solo quiero decir Gracias por todo ha sido un buen año lleno de aprendizaje y crecimiento. 💖
¡Feliz resaca navideña! Espero que estén pasando un buen día y que tengan muchos litros de agua para pasar el malestar.
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Cuando la relación de 4 años con “El Hombre”* terminó me propuse olvidar lo sucedido, los sentimientos, olvidarnos. Quería raspar con una cuchilla las paredes de mi mente y eliminar todo rastro del espacio que ocupó. Creía que pensarlo me sumergiría en un estado depresivo del que no saldría. Pero a pesar de intentarlo sí la pasé mal y durante un tiempo no supe cómo salir. Me negaba a experimentar lo que estaba sintiendo.
Canción sugerida: Que no quede huella – Bronco
Sigue leyendo ¿Cómo funciona la memoria después de una ruptura?
*Este es un post que escribí en septiembre para el blog español Sex Love Luck.
A los 18 años me creía ganadora de la lotería: salía con el prototipo de rockerillo rebelde con el que casi todas las chicas han soñado estar. Aquella relación duró cerca de 4 años y fue lo más cercano a ser atropellada, cada noche, por un camión.
Muchas veces me encontré cuestionando nuestro noviazgo: «¿es verdad lo que dijo?¿estará con otra? ¿qué debo hacer para que me prefiera? ¿qué tienen ellas que me falte? ¿algún día un hombre “bueno” se fijará en mí? ¿quiero compartir el resto de mi vida con él?» o, más simple: «¿por qué sigo en una relación con él?»
Corrían mis 19 años cuando descubrí a “mi novio” teniendo amoríos con una larga y diversa lista de mujeres, pero a pesar de sentir paranoia y desconfianza continuaba aferrada a él. Había mal aprendido de historias románticas que para amar a alguien se requiere “luchar” y cómo las mujeres perseverantes logran “transformar” al hombre patán e infiel en un príncipe azul.
Hicieron falta 3 años para entender lo insano que es justificar la infidelidad en los “errores” de la pareja. Y necesité muchas malas noches para reunir valor y aceptar la miseria que me producida su compañía.
Los malos momentos eran más comunes que los recuerdos divertidos. Me daba vergüenza hablar de mi relación amorosa con otras personas porque sabía lo tortuosa, dramática y humillante que era. Comprendía que este muchacho impulsivo e impredecible estaba predispuesto a fallar.
Durante las noches “buenas” las bromas sarcásticas se convertían en gritos; ambos intentábamos ganar la batalla a costa del otro. En los días malos él se hartaba de mi incredulidad, sus mentiras de preescolar habían perdido efecto; y lleno de ira daba media vuelta, agarraba un taxi y se marchaba.
A pesar de las situaciones desesperantes tenía miedo a alejarme y perder los beneficios de su compañía, la soledad parecía ser peor consorte. Me había convencido que existían muy pocas posibilidades de encontrar a alguien mejor. Era adicta a librarme de la culpa de nuestros problemas justificando que mis errores eran consecuencia de sus infidelidades y mentiras.
Me faltaba sentido común y madurez para entender que el amor, el respeto y el compromiso deben estar presentes como pilar en la dinámica de pareja, y que sin ellos, la convivencia entre ambos iba apresuradamente hacia un precipicio.
Pasaron muchos años hasta que fui capaz de ver todas las banderas rojas que mi relación lanzaba frente a mi rostro.
Con estas señales, ¿cuánto tiempo te hubiera tomado entender que estabas en una relación tóxica?
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Canción sugerida: Gracias a la Vida
El agradecimiento nos hace grandes, el agradecimiento nos libera. Agradecer nos recuerda donde estamos, nos ayuda a conectar con las cosas positivas que tiene nuestra vida. Porque muchas veces solo nos enfocamos en lo que no nos gusta, en lo negativo y esa venda nos condiciona a creer que TODO en nuestra vida está mal.
A veces ninguno de los dos entendemos porque me siento de esta forma, pienso que puede ser depresión, anemia, falta de vitaminas o mala alimentación. O puede ser el exceso de trabajo que tengo últimamente. O quizá la respuesta esTODAS LAS ANTERIORES.
Luego, haciendo calculos y listas (todo lo resuelvo con listas) me di cuenta que desde hace, no se cuanto tiempo, llevo trabajando 15 horas al día. Llego a la oficina a las 9 de la mañana, salgo a las 6 pm, y llego a casa para ilustrar hasta la 1 de la mañana (a veces más temprano, a veces más tarde, esto ya queda en manos de mi espalda).
No soy workaholic, nunca me llamaría así a mi misma, porque si me dan a escoger entre dormir o trabajar siempre escogeré dormir. Sin importar lo que digan los estudios sobre “personas exitosas.” Lo que si afirmo con plema orgullo es que estoy haciendo lo que amo, y cuando te dedicas a hacer tus sueños realidad las horas se pasan volando. Pueden pasar meses hasta que eres consciente que tu rutina ha cambiado y ahora pasas sentado ilustrando todo el día.
La ilustración la hice la semana pasada pero no la había publicado aquí.
Nota: No recomiendo a nadie llegar a límite de sus capacidades físicas, a pesar de sentirme cansada físicamente soy un ser humano funcional con una salud óptima. Esto es solo mi experiencia.
Juan está confundido, pero Juan no se da cuenta que su ir y venir arrastra a Pepita a su abismo existencial. Un día terminan, al siguiente vuelven. Juan le coquetea a otras chicas y aún no está seguro si quiere pasar el resto de su vida con Pepita o si quiere ir a Las Vegas y flirtear con una conejita de Playboy.
¡DÉJATE DE NIÑERÍAS JUAN!
Si te encuentras en una situación así te doy algunas recomendaciones:
Nota: Juan es un personaje ficticio. No conozco a una persona que esté a punto de viajar a Las Vegas para coquetear con conejitas. Pero esto muy bien podría estar pasando en algún lugar. O también usted podría ser nuestro querido amigo Juan.