Los silencios nos poseen.
Una espesa bruma transita entre nosotros como un muro que nos separa, nos aísla al uno del otro.
Navegas en el mar donde estalla la tormenta de tus pensamientos. Y caes repetidas veces en el dolor, y te revuelcas en el sufrimiento porque no sabes cómo detenerlo.
Libras esta batalla en soledad, no permites que nadie te ayude, que nada te salve. Y solo soy una espectadora en esta trágica historia, en este martirio sin principio ni final.
La soledad se ve de un tono desde los ojos de quien la siente, la soledad se ve de un color en extremo contrario desde la perspectiva del observador.
Duelos distintos, similares y dispares. La misma batalla desde trincheras diferentes. El mismo dolor en lenguajes incompatibles que tratan de encontrarse, de sanarse y no lo logran.
Absortos en un mundo de dolor. Absortos en la desesperanza, la agonía y el sufrimiento.
Mírame por favor. Despierta.
Te veo a mi lado pero realmente ya no estás. Ahora eres un cascaron vacío de quien fuiste en algún momento. Eres un versión mal hecha de ti mismo. Eres una versión que duele a la vista y el corazón.
La vida se ha escapado de ti. O quizá tú estás escapando de ella con desesperación porque no encuentras cómo solucionarlo. Tus ojos pasan sobre mi sin registrarme. No existo, me has convertido en un objeto inerte e inútil del fondo de un estante, soy un trozo insignificante de la decoración que ya ha pasado de moda.
Nadie existe en tu vida. En esta pesadilla que el lado más oscuro de tu mente ha creado no hay nadie más que tú, tu dolor y los pensamientos de culpa y vergüenza En los que te has obsesionado.
Estás sumido en un sueño profundo, en un pesadilla sin final.
Por favor, despierta.
Busco respuestas en tu rostro, algún atisbo de esperanza, alguna razón para creer que el hechizo podría romperse. Pero la respuesta es dolorosa: solo encuentro una muralla.
¿Estas ahí? Respóndeme, ¿sigues ahí?
La pregunta no encuentra sentido y se pierde en el infinito vacío de los sueños deshechos, de las esperanzas rotas, se pierde en el aire viciado del dolor que sale por tus poros, y desaparece.
¿Me escuchas? Te quiero. Por favor despierta.
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