La pregunta es por qué,
Y la respuesta viene a mí de tal manera,
Tan fuerte,
Tan cerca.
Más esa respuesta no la quiero oír;
Y finjo ser tonta,
Y finjo no entender,
Y finjo cruelmente no escucharte.
Viene el viento aquel,
Me pregunta otra vez.
Viene él,
Bello,
Maldito;
Bello otra vez.
Sentada yo en una sala lejana,
Queriéndote aún,
Sin saber cómo dejar de hacerlo,
Sin saber cómo querer dejar de hacerlo.
Hoy me veo frente al espejo,
Y mi rostro:
Ya no es el de una niña,
Mis manos:
Sangrientas.
Mis ojos:
Desteñidos hace tanto.
Mis pies:
Informes por no saber donde andar.
Mi corazón:
Contigo.
Y yo,
Sola,
Sin nada;
Sigo pensando en esa respuesta que sé que conozco,
Sin querer conocer,
Esa respuesta que me grita el mundo ya harto.
Me sacude muy fuerte,
Contra las paredes intenta darme,
Sacude mi mente,
Tú, bello mundo que me intentas despertar.
Un estrepitoso temblor cubre mi cuerpo,
Cubre todo mi ser.
Entre la realidad y el inconsciente,
Entre lo que no quiero y quiero mirar.
Entre ambos,
Junto al mundo,
Por él,
Por mí.
El mundo aun me sacude,
Me golpeaba para poder respirar.
El viento me dice tus ideas que son verdad.
Y aun así me atrevo a pensar en él.
Buscando yo,
Tirada en algún lugar buscando las respuesta;
Las mentiras,
Los engaños que me prefiero a mi misma dar.
Una pausa.
Llega entonces algo que es tan fácil aceptar,
Una cruel verdad que es casi imposible matar.
Un, algo que te permita a ti soñar;
Que me permita a mí recapacitar.
Soñando.
Soñando yo contigo,
Soñando tú sin mí.
Soñando,
Muriendo,
Callando.
Gimiendo.
Respiro.
Vuelve a mí.
Me pregunto una vez más la pregunta de siempre.
La respuesta sigue siendo la misma,
Tú seguías siendo igual.
Yo aun queriéndote,
Yo aun contigo.
Y conmigo nadie,
Ni yo.
Aun tiemblo,
Y el mundo aun me intenta hacer razonar.