Un mar de lágrimas, una fluida corriente de tristeza recorre mi rostro. Ironía, soledad, negación.
Ruego a alguna fuerza superior con el afán de que las horas transcurran con mayor rapidez y el dolor se disipe, y la angustia pare.
Quiero que esto detenga, quiero detenerme. Los sonmiferos han perdido su efecto y el miedo crece, las pesadillas aumentan, la desesperación burbujea en mi interior y las ideas, los pensamientos de horror, tristeza e inseguridad despedazan mi cerebro.
Quiero detenerme. En mi cerebro las pesadillas carcomen la percepción que tengo de la realidad. Paranoia.
Quiero detenerme.