El tiempo se nos escapa de las manos, eso escucho muy seguido, y es lo que siento de vez en cuando. Mi tiempo huye de mis manos con voracidad, como queriendo abandonarme para siempre.
Solo soy la espectadora de la vertiginosa despedida.
Las aves vuelan, y con ellas va mi tiempo.
Y en otras ocasiones, la mas abrumadoras escalofriantes y locas no se mueve, el tiempo pasa intacto a mi lado, velando mi sufrimiento, mi demencia en aumento. Aparece el silencio, la soledad de ocultarse bajo las sabanas.
Veo el mar, como huye de mi, como deseo fundirme con el.
Miércoles 30 Noviembre 2011