Lento:
¿Cuanta ira puede acumular el cuerpo?
Me detengo un instante a escuchar al viento buscando mi propia catarsis.
Rápido:
Y la adrenalina me destroza los nervios, siento nauseas. Mis sentidos están atiborrados de ira, de desprecio. Quiero huir. Empiezo a caminar en círculos desesperada, ansiosa. Tengo los ojos llenos de lagrimas de ira. Estoy infestada de fastidio.
Rápido:
Escucho el murmullo de los transeúntes más allá y mi corazón late con más fuerza. Quiero escapar de todos, dejar que me consuma la soledad. Llevo las mejillas bañadas en lagrimas, la frustración hace un nudo en mi garganta, mi estómago da vueltas. Pateo las piedras que veo cerca de mí, tiro de mis cabellos, aruño mis brazos, muerdo mis labios.
En mi cabeza corren, en círculos, ideas sin sentido; destructivas. Necesito tomar venganza contra él y pensando en todas las ideas frustrantes mis ojos se colman de lágrimas hasta estallar, mi rostro se pone colorado. El tiempo pasa muy lento, muy rápido. Hay un millón de palabras que no puedo pronunciar, tengo las manos necesitadas de contacto, de destrucción.
Las ideas golpetean mi cerebro desesperandome, aturdiendome, cansandome. La histeria no se calma. las ganas de venganza no se quitan.
Lento:
I\’m not your babe, Fernando\”
Rápido:
Trago una inmensa bocanada de aire que corta mi garganta como si estuviera compuesta por vidrio. Me tiembla irracionalmente el labio inferior. Me colma la angustia. Las lágrimas no cesan, no puedo detenerme, no puedo dejar de caminar, de llorar, de tirar de mis cabellos. Me hace falta aire en los pulmones, me hacen falta fuerzas para terminar con todo.