
Perder la confianza en la información oficial
Uno de los tíos de una amiga falleció por el virus. —Contra esta enfermedad ¿qué podemos hacer? —Evitar enfermarnos parece que es la mejor y única respuesta.
Me quedé dormida en la tarde y desperté 3 horas después. No tengo ganas de nada, no quiero escribir, leer, dibujar o ver algún programa. Ni siquiera deseo hablar con otra persona. Desgano.
Las cifras oficiales a día de hoy:
• 1627 casos confirmados
• 41 fallecidos
Todos en el país estamos seguros que esas números no son reales: Las redes sociales estallan en quejas de individuos con síntomas a quienes ni siquiera se les ha hecho la prueba. Muchas otros denuncian que hay personas fallecidas en casas a quienes no han recogido en días, y no se les ha realizado la autopsia para conocer la razón del deceso.
¿Cómo es posible que las cifras no cambien tan drásticamente y tantas personas se quejen en redes sociales? ¿Cómo es posible que lo que ocurre en redes no se ve reflejado en los medios de comunicación, ni en los comunicados del gobierno?
Una amiga que es médico en uno de los hospitales que atienen a los enfermos del virus en nuestra ciudad nos comentó que hace unos días durante su guardia calculó al menos 20 fallecidos. —En algún momento solo dejé de contar— menciona con pena y rabia.
Normalmente no me decanto por las teorías conspira-noicas contra los gobiernos. No me interesa gastar el tiempo en pensar las cosas que nos ocultan, ni las mentiras que nos dicen. Sin embargo este caso es diferente, resulta demasiado obvio. Estamos seguros que las cifras oficiales no dicen la verdad.
Ahora estar al día con las noticias, ver cada nueva cadena nacional ha perdido sentido. Ahí ya no se encuentra la veracidad.
¿Qué haces cuando no puedes confiar en quien se supone debería cuidarte?
Respuesta: te cuidas a ti mismo.
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