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Despierta

Los silencios nos poseen.
Una espesa bruma transita entre nosotros como un muro que nos separa, nos aísla al uno del otro.
Navegas en el mar donde estalla la tormenta de tus pensamientos. Y caes repetidas veces en el dolor, y te revuelcas en el sufrimiento porque no sabes cómo detenerlo.
Libras esta batalla en soledad, no permites que nadie te ayude, que nada te salve. Y solo soy una espectadora en esta trágica historia, en este martirio sin principio ni final.

La soledad se ve de un tono desde los ojos de quien la siente, la soledad se ve de un color en extremo contrario desde la perspectiva del observador.
Duelos distintos, similares y dispares. La misma batalla desde trincheras diferentes. El mismo dolor en lenguajes incompatibles que tratan de encontrarse, de sanarse y no lo logran.

Absortos en un mundo de dolor. Absortos en la desesperanza, la agonía y el sufrimiento.

Mírame por favor. Despierta.

Te veo a mi lado pero realmente ya no estás. Ahora eres un cascaron vacío de quien fuiste en algún momento. Eres un versión mal hecha de ti mismo. Eres una versión que duele a la vista y el corazón.

La vida se ha escapado de ti. O quizá tú estás escapando de ella con desesperación porque no encuentras cómo solucionarlo. Tus ojos pasan sobre mi sin registrarme. No existo, me has convertido en un objeto inerte e inútil del fondo de un estante, soy un trozo insignificante de la decoración que ya ha pasado de moda.
Nadie existe en tu vida. En esta pesadilla que el lado más oscuro de tu mente ha creado no hay nadie más que tú, tu dolor y los pensamientos de culpa y vergüenza En los que te has obsesionado.

Estás sumido en un sueño profundo, en un pesadilla sin final.

Por favor, despierta.

Busco respuestas en tu rostro, algún atisbo de esperanza, alguna razón para creer que el hechizo podría romperse. Pero la respuesta es dolorosa: solo encuentro una muralla.

¿Estas ahí? Respóndeme, ¿sigues ahí?
La pregunta no encuentra sentido y se pierde en el infinito vacío de los sueños deshechos, de las esperanzas rotas, se pierde en el aire viciado del dolor que sale por tus poros, y desaparece.

¿Me escuchas? Te quiero. Por favor despierta.

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Tragedia inhumana

Domingo 6 Febrero 2011

Sus tragedias se han escrito en verso para quitarle un poco de pena a los hechos.
No sirven sus sentidos.
Dentro de sí, hay algo muerto.

Se enteró en el camino de que las cosas han cambiado.
No tiene amigos.
Se encuentra plantado en la zona cero,
perdido del resto del mundo.

“El mundo está callado ahora, solo es necesario quedarse quieto para poder empezar a entender las cosas”, esas son las mentiras que les dicen a algunos idiotas.
No creo en esas cosas, ni en otras tantas.
Yo no tengo fe, ni amor.

Está contando los minutos para que empiece el drama de la mujer violada.
Sí, es así de inhumano, de miserable, de cruel.
Ve las tragedias correr y las disfruta, se deleita de ellas.
Es así de inhumano, no le importa nada bajo sus pies.

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Contando el Tiempo

“Pensé que todo estaba bien.”

Retumban aún sus oídos, han pasado 5 minutos que sienten eternos. No está conforme. Sus cabellos ondulantes juegan con el viento llenando su cerebro de ideas extrañas. Realidad, fantasía; ahora todo es lo mismo, ambas la hacen sentir más abrumada con el nacimiento de una nueva idea. —Estas sola— se dice en el silencio que llena su alma que no conoce palabras que le alimenten, que la estremezcan. —Sola y miserable— se repite ocultándose tras la sombra de algo irreal.

Son las 2:11 de la mañana, y entre sus ideas y sentimientos miserables, deprimidos y angustiosos, se ha intentado armar de valor para degollar al monstruo. Pretende convertir en reales las palabras que aun no tienen sentido en su cabeza. Pretende ser una mujer de bien que anhela ser, en lo que le sea posible.

Lo lógico no es lo que disfruta, pues es obvia su esencia masoquista e irremediablemente estúpida. No sabe qué hacer. Le suplica a una infinidad de dioses que la ayuden, que la salven de la locura de saberse públicamente idiota, de conocerse débil, vulnerable y hambrienta.

No puede darse el lujo de perder el tiempo que ha desperdiciado ya tantas veces, más aun así, a su cuerpo, ardiente en locura, lo dominan los rastros de razón que aún le quedan.
Se ha contradicho innumerables veces. Vuelto a caer como adicta que no supera la sustancia que la domina. Animal que no entiende que es momento de detenerse. Debe parar.

Han pasado 10 minutos y aún le arde la cara de la vergüenza, de la ira. Por estar ebria. Por los golpes que ha permitido que le maquillen el dolor.

Sola y miserable la marean los fantasmas de sus errores. Se ha vuelto dependiente de hacer las cosas mal. No es tan sencillo olvidar y perdonar traiciones, y si estas llevan consigo hechos tangibles, mas difícil se vuelven.

La bofetada le ha sacudido las ideas. Ha dado el primer paso a la pendiente, y aún es incapaz de dar el primer paso para arreglar las cosas. Es más sencillo, según su razón dormida, hacer lo incorrecto que enmendar cualquier cosa.

Pide perdón a las paredes que la rodean, sabiendo que estas jamás le responderán, le habla a esa voz que intentó matar, suplicándole que despierte, que no la deje morir de sed.

“Dejas de sentirte miserable el instante en el que empieces a hacer algo
y te des cuenta que es productivo.”