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Contando el Tiempo

“Pensé que todo estaba bien.”

Retumban aún sus oídos, han pasado 5 minutos que sienten eternos. No está conforme. Sus cabellos ondulantes juegan con el viento llenando su cerebro de ideas extrañas. Realidad, fantasía; ahora todo es lo mismo, ambas la hacen sentir más abrumada con el nacimiento de una nueva idea. —Estas sola— se dice en el silencio que llena su alma que no conoce palabras que le alimenten, que la estremezcan. —Sola y miserable— se repite ocultándose tras la sombra de algo irreal.

Son las 2:11 de la mañana, y entre sus ideas y sentimientos miserables, deprimidos y angustiosos, se ha intentado armar de valor para degollar al monstruo. Pretende convertir en reales las palabras que aun no tienen sentido en su cabeza. Pretende ser una mujer de bien que anhela ser, en lo que le sea posible.

Lo lógico no es lo que disfruta, pues es obvia su esencia masoquista e irremediablemente estúpida. No sabe qué hacer. Le suplica a una infinidad de dioses que la ayuden, que la salven de la locura de saberse públicamente idiota, de conocerse débil, vulnerable y hambrienta.

No puede darse el lujo de perder el tiempo que ha desperdiciado ya tantas veces, más aun así, a su cuerpo, ardiente en locura, lo dominan los rastros de razón que aún le quedan.
Se ha contradicho innumerables veces. Vuelto a caer como adicta que no supera la sustancia que la domina. Animal que no entiende que es momento de detenerse. Debe parar.

Han pasado 10 minutos y aún le arde la cara de la vergüenza, de la ira. Por estar ebria. Por los golpes que ha permitido que le maquillen el dolor.

Sola y miserable la marean los fantasmas de sus errores. Se ha vuelto dependiente de hacer las cosas mal. No es tan sencillo olvidar y perdonar traiciones, y si estas llevan consigo hechos tangibles, mas difícil se vuelven.

La bofetada le ha sacudido las ideas. Ha dado el primer paso a la pendiente, y aún es incapaz de dar el primer paso para arreglar las cosas. Es más sencillo, según su razón dormida, hacer lo incorrecto que enmendar cualquier cosa.

Pide perdón a las paredes que la rodean, sabiendo que estas jamás le responderán, le habla a esa voz que intentó matar, suplicándole que despierte, que no la deje morir de sed.

“Dejas de sentirte miserable el instante en el que empieces a hacer algo
y te des cuenta que es productivo.”

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A punto de caer

A veces me ilusiono creyendo que he avanzado, y que aquello que me enloquecía ya no lo hace, ya no lo hará.

¿Qué haces?
Quemar el tiempo de forma estúpida. Esperar que suceda algo que me haga despertar. Espero que hoy sea el día de empezar a ser fuerte.

Tengo las ideas tan confundidas que, en el revoltijo de sensaciones, he olvidado la misión que me toca desempeñar.
Se ha quedado en silencio mi madre ante la porquería que ha visto salir de mí.
Tengo miedo de convertirme en un monstruo de cabellos rojos, ser fea como la bruja que le pregunta sobre su belleza al espejo quien ya no tiene ideas para al fin escapar.

Me ha venido a ver tantas veces, esperando que me eche para atrás,
quiero que se quede,
y quiero que se aleje,
porque si continua en sus artimañas volveré a estar.

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Absolutos

¿A quién creerle?, es la pregunta que posiblemente vivimos haciéndonos los seres humanos, ¿cómo saber cuál es la verdad? Quizá estas respuestas solo las podamos resolver nosotros mismos, dependiendo de la educación recibida y las cosas que hemos llegado a creer que deben ser correctas. Hay una frase que últimamente ha rondado mucho por los medios de comunicación nacionales y dice algo semejante a: No existe una verdad absoluta, depende de quien la diga. O más sencillo, y de conocimiento global, la frase que sostuvo el científico alemán Einstein: “Nada es absoluto, todo es relativo.” Así dejamos que cada uno, cada ser con capacidad de razonamiento tenga su propia opinión de los temas presentados en esta película.
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Cuentos del día primero

“Buscando red… Buscando red. La conexión ha caducado.
No se ha encontrado ninguna red disponible.”

22:45 horas, día primero.
Confusión en clave de sol:
He dado vueltas en el asiento del pasajero mientras el taxista me llevaba a casa sin apuro. Otra noche fría desesperada por llegar; dudosa de lo que sería correcto de hacer, consciente de no haber hecho nada bien, confundida; entre gozo y desdicha me revuelco en ideas de lo que se espera de mi actuar pero que débilmente decidí ignorar.

Fantasmas de media noche, medio metro más arriba:
Suena en el piso de arriba los muebles mientras son movidos. He llegado tan tarde que no recuerdo las cosas que hice antes del amanecer, saco ropa de mi bolso, la ropa que me puse para salir de casa, y enredada entre la blusa y el pantalón aparece una pluma azul que cae al suelo flotando.

Ignorancia anticipada a la fiesta:
Me miro en el espejo del baño que se encuentra manchado por el vapor, los golpes, los años y los golpes.
Jamás me había visto tan mal y extrañamente tan seductora: llevo la cara embarrada de maquillaje de prostituta muy a pesar de que, según mis conocimientos, no se maquillar de semejante manera.

Momentos de lucidez:
Se ha levantado como el rey que aguarda con ansias el amanecer para decapitar al traidor. Esta despeinada, ojerosa y extremadamente mal humorada.
Leo y escucho palabras que me hacen tener sueños con los ojos húmedos, que hacen que sus ojos azul ultramar brillen incandescentes frente a las estrellas, sé que está conmigo y eso me hace feliz.

Hay más de una botella tirada en el suelo, más de un hombre tendido a mi lado, más de una mujer con ropas extrañas. Tengo escasas ideas de cómo resolver el acertijo.

Una bofetada.
¿Quién dijo que sería sencillo?

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Recuerdos

\»Nota mental: no comer guatita a las doce de la noche, altera la percepción de la realidad\».

Hoy tengo ansias de la vida perdida con los vestidos de colores que intercambiaron por libras de arroz. Recuerdo cuando la única obligación frente a mis manos era no dejar ocultos, tras los cuadernos de mi hermano, los brebajes que fabricaba con los medicamentos del consultorio de mi madre.
En esos días de lluvias constantes y destructoras medía menos de un metro; miraba las noticias sin entender palabra alguna, con la idea fija de entre el discurrir de desgracias que balbuceaba la reportara musitara, con su sensual boca, la suspensión de las clases al día siguiente (no siempre mi sueño se volvía realidad).

Tenia miedo de ser olvidada, miedo de que el ogro volviera y empezara el llanto, miedo a los payasos, pesadillas con bicicletas gigantes.

Añoro los rompe muelas pintados con franjas rojas y blancas; añoro las manzanas acarameladas, rojas como mis sueños que me encantaba contemplar, esas que jamás me permitieron comer.

Recuerdo haberle pedido a mi hermano que me abrazara, haberme escondido tras marcadores, crayones y libros para pintar a Pocahontas.

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Él

Sabe que decir para enamorar, para detener la razón y convertir a cualquiera en una animal enloquecido en lujuria.
Eso es el, un devorador de vírgenes.
No importan los sentimientos, ilusiones y sueños del cuerpo a ser profanado.
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Superman

A veces puedo creerme Superman y nadie puede decir algo.
Soy como un pequeño duende azul, a pesar de ser roja.
Me he visto encerrada entre cuatro paredes, con un revolver junto a la sien. ¿Y dónde esta mi príncipe azul que me salve?
Soy como un león hambriento, devorare a mi captor de una mordida antes de morir en la espera del príncipe que no existe.