Callo entre la bruma de las montañas,
Déjame amor mío libre, hoy, por fin.
Es difícil entregar el alma al perfecto sufrir.
¿Estás triste? – preguntas osadamente
Y entre tus ojos y los míos corren mil leguas de mar frío,
Códigos extraños de voz de ultratumba;
Verdades sombrías y ocultas.
¡Estás triste! – afirmas maldito demonio con voz pesada y dulce,
Y mis entrañas se parten en un sueño que no quiere despertar.
Lejanas, ellas, fantásticas como gotas de cera caen hirviendo,
Y los suspiros no son nada ni un sueño.
Déjame gritar lo que es verdadero y cierto,
Déjame callar lo oscuro, que mi alma hoy no quiere desnudarse para ti.