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"Rolling In The Deep" camino a casa

Andaba por la calle que intercepta con la avenida principal hacia mi casa, tenia las piernas aruñadas, y el corazón lleno de amor.
Pensaba en mi madre, faltaban 15 minutos para las 10 de la noche y ella estaría furiosa, con deseos de matarme y castigarme una vida entera por llegar tan tarde.
Rezaba y suplicaba que ella aun no hubiese llegado de la fiesta del trabajo, que no me fuera a castigar, mientras en mis audífonos sonaba \»Rolling in the deep\» de Adele.

Avanzaba como loca, hipnotiza por la melodía. entonces, frente a una fabrica, cerca de esa poza a la que llaman el canal de la muerte, un tipo con aspecto de morboso callejero me rodeo, algo ya normal, así son los hombres que se encuentra vagando en la calle, morbosos y desagradables; en menos de un segundo me sujeto del brazo pidiéndome con mala cara mi teléfono celular, lo mire con fastidio y le dije que no, yo continuaba bajo los efectos del bajo que salia del único audífono que continuaba en mi oído, el otro giraba cerca de mi codo, me zarandeó un par de veces pidiendo insistente mi teléfono, diciendo que solo quería eso, de mala forma, mirándome mal.

\»There\’s a fire starting in my heart
Reaching a fever pitch
And it\’s bringing me out the dark\»
\»We could have had it all
We could have had it all
It all, it all, it all\»

No entendía que ocurría y en mis audífonos aun sonaba la canción de Adele, voltee mi rostro para apartar la mirada del hombre de azul y me di cuenta que, junto a mi, había otro hombre en moto, con casco, entonces lo entendí todo, me estaban robando, o al menos eso luchaba por lograr el hombre de azul, seguí diciéndole no a sus exigencias hasta que, por inspiración divina grite LADRÓN, con un tono agudo, intentando estar asustada.

\»We could have had it all
Rolling in the deep
You had my heart inside of your hand
But you played it with a beating\»

El tipo de azul sujeto mi bolso, intentaba arrancharmelo y repetía como loco, sin razón, que le diera el teléfono, le dije que no, continuaba diciéndole que no, el de la moto le dijo algo similar a DÉJALA. Me soltó, en el  audífono que aun me quedaba en el oído donde todavía cantaba Adele se me resbaló, y ese fue el instante en el que entendí que debía correr por mi vida, sujetando mi bolso, dando media vuelta y caminé rápidamente.

Una cuadra mas allá, y una decena de pasos muy rápidos largos, recapacite los incidentes, empezó a dolerme el aruñón en el brazo, sentí miedo, era la primera vez que intentaban robarme y no tenia alguna idea de que había estado pensando mientras el sujeto de azul intentaba amedrentarme.


Ahora tengo conmigo mi celular y cierta cantidad de adrenalina en mi sistema.
\»You could have had it all
(You\’re gonna wish you never had met me)
Rolling in the deep
(Tears are gonna fall, rolling in the deep)
You had my heart inside of your hand
(You\’re gonna wish you never had met me)\»
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Delirium

Martes 25 enero 2011

El nombre de su madre era suave como la flor del algodón.
Por las noches la cobijaba en su pecho amorosa, protectora.

Punto uno:
Dentro del manicomio.
Me he rodeado de gente extraña, maniáticos, esquizofrénicos, personajes con delirio de persecución, megalómanos, mitómanos, histéricos, pirómanos, psicópatas, sociópatas, paranoicos.

Estoy escondida tras las paredes acolchonadas

Punto dos:
Redacción del estado natural.
Respiro.
Empiezo a contar.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis.
Pausa.
La mujer habla, cierro los ojos, respiro lentamente.

“Se representar muy bien mi papel de obsesiva-compulsiva.”
Continuo contando: dieciséis… veintidós… treinta…

“No falta mucho para que estalle, lo sé.”

Punto tres:
Dicotomía pensamiento – realidad. Actos.
Continúo en el capitulo número uno y no hay nada, solo letras sin gracia.

Recordé por un instante el Ave María, con su melodía desquiciante/tranquilizante. Buscando algún tipo de iluminación.

Por un instante llegó a mí la consciencia y la reflexión de la vida. He despertado.

Sesiones de migraña en la tertulia de los días pasados.

Punto cuatro:
Reflexiones estúpidas fuera de lugar.
Hacer lo correcto, esas son las decisiones erróneas de los sabios.

He caído en cuenta de que ambos estamos tirados en el mismo agujero, pretendiendo darnos aliento mutuamente, empujándonos, intentando salvarnos.

Punto cinco:
Migraña nivel 2 1/4.
La duda y el desosiego. La ironía. El descontrol. Que se detenga suplica con los labios húmedos, con el corazón a punto de explotar.

Historias cortas, mentiras cortas.
Pausa.
Intentamos, pretendemos fulminar al animal.

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La mujer de Labios Rojos

Vuelven a mí las palabras extrañas de la mujer de labios rojos.
Como cada noche.

Antes de él, ella usaba bigote y por las mañanas lucía un particular aliento agrio.
Telarañas le decoran los ojos. Líneas rojas le surcaban las piernas.

Se ha cansado de esperar que alguien la mire con deseo,
y ni siquiera a ella le agrada quedarse a solas con sus pensamientos,
con su reflejo manchado.

Está muerta, y eso ya nadie lo niega, estéril.
Hambrienta de pecado.
Esa mentira que alguien, algún día rojo atrás le prometió, hoy, bajo sus canos cabellos todo se extinguió.

Se recuerda ansiosa.
Se sabe, sobre la cama, sola.

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Contando el Tiempo

“Pensé que todo estaba bien.”

Retumban aún sus oídos, han pasado 5 minutos que sienten eternos. No está conforme. Sus cabellos ondulantes juegan con el viento llenando su cerebro de ideas extrañas. Realidad, fantasía; ahora todo es lo mismo, ambas la hacen sentir más abrumada con el nacimiento de una nueva idea. —Estas sola— se dice en el silencio que llena su alma que no conoce palabras que le alimenten, que la estremezcan. —Sola y miserable— se repite ocultándose tras la sombra de algo irreal.

Son las 2:11 de la mañana, y entre sus ideas y sentimientos miserables, deprimidos y angustiosos, se ha intentado armar de valor para degollar al monstruo. Pretende convertir en reales las palabras que aun no tienen sentido en su cabeza. Pretende ser una mujer de bien que anhela ser, en lo que le sea posible.

Lo lógico no es lo que disfruta, pues es obvia su esencia masoquista e irremediablemente estúpida. No sabe qué hacer. Le suplica a una infinidad de dioses que la ayuden, que la salven de la locura de saberse públicamente idiota, de conocerse débil, vulnerable y hambrienta.

No puede darse el lujo de perder el tiempo que ha desperdiciado ya tantas veces, más aun así, a su cuerpo, ardiente en locura, lo dominan los rastros de razón que aún le quedan.
Se ha contradicho innumerables veces. Vuelto a caer como adicta que no supera la sustancia que la domina. Animal que no entiende que es momento de detenerse. Debe parar.

Han pasado 10 minutos y aún le arde la cara de la vergüenza, de la ira. Por estar ebria. Por los golpes que ha permitido que le maquillen el dolor.

Sola y miserable la marean los fantasmas de sus errores. Se ha vuelto dependiente de hacer las cosas mal. No es tan sencillo olvidar y perdonar traiciones, y si estas llevan consigo hechos tangibles, mas difícil se vuelven.

La bofetada le ha sacudido las ideas. Ha dado el primer paso a la pendiente, y aún es incapaz de dar el primer paso para arreglar las cosas. Es más sencillo, según su razón dormida, hacer lo incorrecto que enmendar cualquier cosa.

Pide perdón a las paredes que la rodean, sabiendo que estas jamás le responderán, le habla a esa voz que intentó matar, suplicándole que despierte, que no la deje morir de sed.

“Dejas de sentirte miserable el instante en el que empieces a hacer algo
y te des cuenta que es productivo.”

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Cuentos del día primero

“Buscando red… Buscando red. La conexión ha caducado.
No se ha encontrado ninguna red disponible.”

22:45 horas, día primero.
Confusión en clave de sol:
He dado vueltas en el asiento del pasajero mientras el taxista me llevaba a casa sin apuro. Otra noche fría desesperada por llegar; dudosa de lo que sería correcto de hacer, consciente de no haber hecho nada bien, confundida; entre gozo y desdicha me revuelco en ideas de lo que se espera de mi actuar pero que débilmente decidí ignorar.

Fantasmas de media noche, medio metro más arriba:
Suena en el piso de arriba los muebles mientras son movidos. He llegado tan tarde que no recuerdo las cosas que hice antes del amanecer, saco ropa de mi bolso, la ropa que me puse para salir de casa, y enredada entre la blusa y el pantalón aparece una pluma azul que cae al suelo flotando.

Ignorancia anticipada a la fiesta:
Me miro en el espejo del baño que se encuentra manchado por el vapor, los golpes, los años y los golpes.
Jamás me había visto tan mal y extrañamente tan seductora: llevo la cara embarrada de maquillaje de prostituta muy a pesar de que, según mis conocimientos, no se maquillar de semejante manera.

Momentos de lucidez:
Se ha levantado como el rey que aguarda con ansias el amanecer para decapitar al traidor. Esta despeinada, ojerosa y extremadamente mal humorada.
Leo y escucho palabras que me hacen tener sueños con los ojos húmedos, que hacen que sus ojos azul ultramar brillen incandescentes frente a las estrellas, sé que está conmigo y eso me hace feliz.

Hay más de una botella tirada en el suelo, más de un hombre tendido a mi lado, más de una mujer con ropas extrañas. Tengo escasas ideas de cómo resolver el acertijo.

Una bofetada.
¿Quién dijo que sería sencillo?

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La caja negra

Cada curso de la universidad tiene, en su interior, pequeños anaqueles negros, muchos dudan de la utilidad de estos pero algunos afirman que antes de que la universidad fuera construida en el terreno existía un pequeño manicomio que dejó de ser utilizado por necesidad de mayor espacio. El edificio no fue reconstruido; se limitaron a remodelarlo, pintar algunas paredes, derrumbar uno que otro muro y, quizás, crear divisiones entre los salones; los jardines se mantienen iguales, y así mismo continúan montados aquellos anaqueles de color negro de pequeño tamaño donde, según se dice, eran encerradas las alucinaciones de los internos.

En el manicomio no intentaban curar a los enfermos usando medicamentos o terapias, los especialistas preferían aplicar el secuestro; irrumpían por las noches a las habitaciones de los internos y con lanzas en manos esperaban que estos empezaran a delirar, sus fantasías tomaban vida frente a ellos y con lanzas y redes los atrapaban, y los encerraban en los anaqueles instalados en las habitaciones. Las cajas eran selladas con macilla epóxica para que los aterradores prisioneros no pudieran escapar.

La macilla pegó muy bien las divisiones de los anaqueles, ni siquiera 70 años después es posible abrirlos, y las alucinaciones y delirios del manicomio continúan ahí encerradas, aguardando su liberación.

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Declaraciones

Suelo dar declaraciones privadas.
Muestras de cariño,
Muestras de deseo.

Suelo mostrarme sin tapujos,
Amante del amor,
No del cuerpo.

Estoy enamorada de la sensación.
De la emoción del corazón.
Estoy enamorada de la adrenalina,
De las ansias de la vida.

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